martes, 27 de noviembre de 2012

La obesidad como símbolo social



La obesidad no ha tenido siempre la misma consideración social, ni estética ni sanitaria. Pero no voy a remontarme a la prehistoria donde constatamos, a través de las llamadas Venus de Willendorf o de Laussel, la representación de la obesidad como símbolo de fecundidad y subsistencia, como si se tratara de una invocación para que no se extinguiese la especie.  Quiero referirme a cuando la escasez de alimentos era la tónica dominante y el exceso de grasa corporal se configuraba como una demostración de riqueza.  Aún actualmente en ciertos países, como en Nigeria, las mujeres más adineradas  acuden a “centros de sobrepeso” antes de casarse y, además, los hombres buscan aquellas mujeres “de peso excedido” para que nadie pueda dudar de su estatus económico. 

O por ejemplo, a las novias en Mauritania se les somete al “leblouh” que, básicamente, consiste en llevar a la mujer a lo que se puede considerar "granjas de engorde”. En ellas se les provee de la friolera de 16000 kcal diarias a partir de cereales (2 kg), dos tazas de mantequilla y una cantidad importante de leche de camella. Por fortuna las jóvenes mauritanas ya han empezado a rebelarse contra tal práctica. Pero tradiciones parecidas también han sido observadas en otras latitudes. Entre las etnias del pacífico sur (norte de Australia) a mediados del pasado siglo XX  se recluían a las mujeres pretendientes del patriarca en unas "jaulas" y eran alimentadas (o mejor dicho "cebadas") con yuca y tapioca hasta lograr pesos por encima de los 120 kg que las hicieran deseables por estos poderosos de la tribu. Si queréis ver un documental sobre el tema, de los años 60, pinchad aquí. Un lector de este post Fabrizio Alberto Zingarello aporta "no hace falta ir tan lejos para encontrar un ejemplo de sociedad pro-obesogénica" haciendo alusión a una reciente investigación que se lleva a cabo en población de etnia gitana en Euskadi.


Los estudios apuntan a que el nivel socio-económico queda asociado como un determinante de obesidad, pero lo contrario también podría ser cierto: el exceso de peso podría condicionar el nivel socio-económico. Un clásico estudio con mujeres de EEUU observó que aquellas que presentaban sobrepeso se casaban menos, tenían menos ingresos familiares, mayores tasas de pobreza y eran las que completaban menos años de estudios. Pudiendo todo ello a contribuir a su estigmatización y a la existencia de prejuicios alrededor del sobrepeso.

Me he quedado sorprendido al ver la facilidad que he tenido para encontrar los seres humanos más obesos. Era una curiosidad. Y es que en este mundo, donde la competitividad y la arrogancia por salir en un libro de records está al orden del día, podemos ver los sujetos más pesados de la especie humana “Top 10 of everything 2010” de Russell Ash)

  • Carol Yager (1960-1994) de Michigan (EEUU), alcanzó un máximo peso de  726 kilos durante su corta vida, ya que murió (con 544 kg) a los 34 años.
  • Jon Brower Minnoch (1941-1983) de Seattle-Washington (EEUU), ha sido el hombre más pesado del que se tienen datos, habiendo llegado su peso a 635 kg. 
  • Manuel Uribe Garza (1965- ) de México. Es el hombre con mayor peso, vivo, del mundo. Según el Libro Guinness de los Records, ha llegado a pesar 560 kilos. Sometido a dietas y tratamientos para adelgazar, controladas, consiguió perder 215 kg. 
  • Rosalie Bradford’s (1943-2006) llegó a tener un peso máximo de 544 kg; aunque en 1987 llego a disminuir notablemente su peso a 128Kg., lo que le valió ser reconocida por Guiness, por tener tal disminución en su peso. 
  • Walter Hudson (1944-1991) Brooklyn, New York. Llego a tener un peso maximo de 543 kg. en 1987.

La obesidad ha sido objeto también de interpretaciones varias. Lejos van quedando las teorías de los "vasos comunicantes" de la era industrial donde los capitalistas o patrones vampirizaban el trabajo, la grasa, las carnes y la economía de los obreros. O lecturas mas simplistas, arriesgadas y menos "correctas" referidas al género, donde hemos pasado de la voluptuosidad de Las tres Gracias de Rubens  a explicaciones, más o menos fundamentadas, en el que los comentarios son que las mujeres engordan a partir del "matrimonio" mientras  los hombres presentan sus mayores incrementos de peso tras las "rupturas sentimentales".





Pero actualmente otros ligazones son asociados con la imagen del normopeso  que queda en estos momentos ligada al éxito, al autocontrol y la sociedad actual se ha vuelto "obesífoba". Si esto es así ¿qué le estamos adjudicando a la persona manifiestamente obesa?

Los obesos han sido considerados poco menos que vagos,  faltos de fuerza de voluntad, dormilones e incapaces de dejar de comer. Sólo una 
característica positiva se les ha adjudicado "la felicidad" y "la simpatía".


 

Visto lo visto nos queda mucho por comprender de la interacción entre estilos de vida y genética para entender la obesidad pero también deberemos intentar olvidar todos los lastres preconcebidos que conlleva la estigmatización de la obesidad. Con ello conseguiremos no sólo la reversión de esta patología desde el punto de vista físico y psíquico sino también social, aspecto que en no pocas ocasiones se queda en el desvan olvidado.


Os dejo con la canción "Bailando ska la panza se te va" de Strombers.




lunes, 12 de noviembre de 2012

Una decepción muy natural




La verdad es que ya lo conocía pero no me lo quería creer. El “cuerpo” siempre me ha pedido apostar por los alimentos “naturales, ecológicos u orgánicos”. Era lógico para la razón, coherente con nuestra naturaleza y gratificante para mis anhelos. Debían ser mucho mejor.

Pero ya en el año 2009 una revisión publicada en American Journal of Clinical Nutrition de lo publicado durante los previos 50 años (entre 1958 y 2008 ) me dejó sorprendido. El estudio concluía que en referencia al contenido nutricional no existen diferencias significativas entre los alimentos “convencionales” y los alimentos “ecológicos”. Es decir son indistinguibles.

Pero más recientemente (septiembre de 2012),  la revista  Annals of Internal Medicine ha publicado otra revisión realizada por investigadores de la Universidad de Standford, que recoge las investigaciones realizadas en los últimos seis años sobre este tema. Sus conclusiones  siguen la misma dirección. No existe una evidencia clara de que los alimentos orgánicos sean significativamente más nutritivos que los convencionales. 

Pero antes de entrar a ello y, estando en época de crisis, no puedo dejar de constatar una realidad tangible su coste. Lo intuimos todos, lo podemos justificar y además, estamos dispuestos a asumirlo dado que la salud no tiene precio. Así, con datos de mercado publicados por el ministerio español en 2010, queda muy claro que los productos ecológicos encarecen la cesta de la compra. Para los curiosos copio a continuación  una tabla resumen y en el que los huevos, el aceite de oliva y los postres lácteos alcanzan las mayores divergencias.



La verdad es que con esta diferencia que pensaba justificada en aras a la obtención de un mejor grado de nutrición o mayor grado de salud, se me hace ahora complicada para hacer recomendaciones poblacionales que no discriminen.

Por último pero no por ello menos importante, podríamos referirnos al sabor pero parece ser que este no depende tanto de  cómo se ha cultivado sino más bien del momento y forma de recolección.

Bueno esto me permite elucubrar acerca de que, al menos, deben ser menos tóxicos. Y es aquí donde buscando fuentes y opiniones autorizadas he encontrado dos que me han interesado por realizar argumentaciones y razonamientos claros.

Como si de un dialéctico duelo de titanes vemos que aunque divergen no son tan opuestas como a simple lectura pueden parecer.

Por una parte he elegido a J Miguel Mulet, profesor de Biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia, bloguero de Los productos naturales ¡vaya timo!, y del libro de divulgación que lleva el mismo nombre, entre otros. Mulet ha investigado a fondo la alimentación ecológica y rechaza algunas de las bondades que se le atribuyen y para mayor provocación, se declara defensor de los alimentos transgénicos. Os paso un artículo que creo lo retrata muy adecuadamente.



El aboga por los controles y la seguridad que le ofrecen los avances tecnológicos en tanto en cuanto son más rigurosos para los productos convencionales que para los ecológicos.
Por otra parte tenemos a Miquel Porta, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Barcelona, investigador del IMIM y profesor del Máster de Agricultura Ecológica de la Universidad de Barcelona. Sus principales áreas de investigación son: la epidemiología clínica y molecular del cáncer de páncreas; las causas y consecuencias del retraso en la detección del cáncer; y el impacto sobre la salud de los Compuestos Tóxicos Persistentes. Os aporto una reciente entrevista en una revista de Agricultura Ecológica.

Si bien nos habla de los compuestos tóxicos persistentes expone que el 90% de los mismos vienen a través de las grasas animales. De forma simple alude que los compuestos de los piensos pasan a los animales y posteriormente a las personas luego es de gran interés proceder a su estricto control.  Al tiempo que cita un estudio del equipo de Luis Domínguez-Boada, publicado en la revista Chemosphere, que evidencia niveles más altos de policlorobifenilos (PCB) en leches con garantías ecológicas que en las convencionales. Por lo que tampoco en esto hay tanta diferencia, también las leches convencionales tienen mayores niveles de pesticidas organoclorados que las ecológicas.

De momento vemos que con estos argumentos un posicionamiento excluyente en cualquiera de los dos sentidos no se sostiene de forma consistente. Queda mucho camino que andar, que debatir y se requiere de mucho sentido común para tomar decisiones de forma coherente, que pueden estar basadas en  diferentes posicionamientos y creencias y que siendo estas lícitas no deben suplir la racionalidad.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Bebidas refrescantes ¿endulzan la vida o amargan la salud?





A la entrada del verano ya hablamos sobre los refrescos azucarados, la pretendida alternativa de los refrescos light y la correcta hidratación en un post que titulé “El peso de las bebidas refrescantes”. Pero este es un tema que da mucho que hablar e incluso que legislar, porque una cosa es el consumo ocasional de un refresco pero cuando ello pasa de ser un hábito esporádico a una costumbre diaria, comienzan algunos problemas.

Una página web “montones de azúcar” nos ilustra gráficamente el contenido azucarado de algunos refrescos, que prácticamente es semejante para todos ellos. Tomo prestado el siguiente ejemplo:




Se necesita aproximadamente una hora de caminata a 3,2 Km/h, o montar en bicicleta a 10 Km/h para eliminar las 240 kilocalorías que un refresco azucarado de medio litro puede contener. ¿Os figuráis a alguien capaz de tomar estos azucarillos?



Con estos antecedentes no resulta extraño que se hayan promovido diversas regulaciones para los refrescos: su salida de las escuelas, impuestos, el control de las máquinas expendedoras de alimentos y bebidas, etc. Así Francia desde el 1 de enero, aplica un impuesto sobre los refrescos azucarados y edulcorados que gravar con 3,58 euros cada hectolitro de refresco, lo que le supone al consumidor pagar por una lata de refresco con azúcar o con edulcorante un céntimo adicional. Se une a Finlandia o Nueva York que con diferentes acentos aplican también algún gravamen sobre los refrescos. A finales de agosto una noticia de prensa nos anunció que el Gobierno italiano también estaba estudiando instaurar un nuevo impuesto sobre las bebidas alcohólicas que lleven azúcar y los refrescos edulcorados. La tasa gravaría con 7,16 euros cada 100 litros comercializados para estas últimas.


Sinceramente cuando empezó la “moda” de poner monedas a los carritos de los supermercados (esto fue en el siglo pasado) pensé que alguien había evaluado convenientemente el “precio” del desorden o desidia que adjudicábamos a no dejar este artilugio en su sitio, en 100 pesetas lo que equivale a 60 céntimos (hoy el rango es semejante entre 50 céntimos y 1 euro). Esto me viene al pensamiento porque creo que ese incremento de precio es poco persuasivo y dudo que disuada a los consumidores habituales de refrescos de nada.

El Grupo de Educación Sanitaria y Promoción de la Salud del PAPPS en su blog se plantea en su post ¿Hay que regular las bebidas azucaradas? (1) este tema a raíz de las discusiones aparecidas en un artículo del New England Journal of Medicine  a favor o en contra de esta medidas.


Algunos países presentan con la obesidad (y la diabetes) un importante enemigo para su salud y es que su alimentación también tiene peculiaridades que esta foto de Peter Menzel & Faith D’Aluisio en Hungry Planet, deja en clara evidencia. En ella se representa el consumo alimentario semanal de un familia y es sorprendente el consumo de refrescos que representa.  Las bebidas azucaradas son la principal fuente de calorías en la dieta de los mexicanos.


Quiero dejaros con un video muy ilustrativo que Miguel A Mañez comparte en su blog Salud con cosas. Se trata de una contra-campaña contra los refrescos azucarados, una historia llamada “Los Osos Verdaderos”. En esta animación, una familia de osos consumidores de bebidas refrescantes experimenta los problemas de salud relacionados con este hábito: aumento de peso,  caries dentales,  diabetes tipo 2, etc... Alex Bogusky, uno de sus creadores  fue jefe de las campañas publicitarias de Coca Cola Zero, Burger King y un pionero en campañas publicitarias contra el tabaco. Una recurso estupendo para motivar un debate entorno a este tema.