jueves, 12 de abril de 2012

Contagiando "buen rollo"

La búsqueda de la felicidad es una de las grandes tareas que nos planteamos los humanos. Todos la anhelamos y a pesar de ello, nos resulta difícil definirla. Claro está que cada uno tiene su propia idea. Podríamos encontrar tal variedad de definiciones que resulta casi imposible encontrar una definición que aúne este amalgama de puntos de vista. Para algunos la felicidad “es la ausencia de miedo” o “ un equilibrio entre lo que se piensa, lo que se siente y lo que se dice” o “es un estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien” o “disfrutar de la vida” o “satisfacción con la vida en general” o “una emoción que se experimenta en el presente” o... (puedes añadir tu definición en comentarios).

Aún sin tener una definición univoca, en una reciente encuesta se refiere que un 69% de los españoles se declara feliz. En este estudio, las personas que se declaran felices tienen mejores relaciones con su familia, amigos y compañeros de trabajo. Las personas que afirman ser más felices les encanta ayudar a otras personas, mostrar su afecto con besos y abrazos, conocer gente nueva, tener invitados en casa, escuchar música y tener tiempo para disfrutar de sus aficiones e intereses.

Las características de la persona feliz en esta encuesta fueron: ser mujer, tener pareja, hijos, vivir cerca del lugar de trabajo, practicar deporte, utilizar el autobús como medio de transporte, dormir y descansar lo necesario y tener menos enfermedades.

Sobre la relación entre felicidad y salud, el grupo de personas que se declaró más feliz valoraba mejor su estado de salud tanto general como a nivel emocional. Algunos elementos que contribuían a esa mejor valoración fue la practica de algún tipo de ejercicio y la presencia de menos enfermedades. Las personas más felices se sentían más saludables.

Pero el hecho de no participar de la salud, según la definición OMS, puede no suponer problema alguno para ser feliz. Puede ser feliz la persona que ha roto psicológicamente con la realidad y puede ser feliz una persona que padece una enfermedad crónica. Yo así lo creo.

También creo que la persona feliz es más proclive a estar sana, ya que por definición para conseguir la felicidad hay que esforzarse y esta característica es un rasgo presente de las personas proactivas. El psiquiatra Enrique Rojas refiere que para proteger la felicidad se requiere además de una adecuada carga genética, hablar (comunicarse), dormir, practicar actividad física, ser flexible ante situaciones límite (resiliencia), participar de un pensamiento positivo, ser capaces de poder explicar las situaciones, presentar una adecuada autoestima, tener actividades y compartimentos variados que provean de felicidad y, como no, gozar de sentido del humor.

La felicidad ¿se transmite?
 Fowler y Christakis [Dynamic spread of happiness in a large social network: longitudinal analysis over 20 years in the Framingham Heart Study. Fowler JH, Christakis NA. BMJ 2008;337:a2338 doi:10.1136/bmj.a2338] realizaron un estudio en el que siguieron a más de 4700 personas durante 20 años, y observaron que la felicidad se disemina a través de las conexiones sociales hasta el punto que cuando una persona es feliz , un amigo que viva cerca (a menos de 1,6 km aproximadamente) tiene un 25% más de probabilidades de serlo.

Si vives en pareja y esta es feliz tu probabilidad de serlo aumenta siempre y cuando viváis juntos. Este valor sube al 34% cuando se trata del vecino de al lado y se dispara al 63% cuando existen amigos mutuos en distancias inferiores al 1,6 km. Sinceramente creo que esto es un gran hallazgo. Si somos capaces de aumentar la felicidad de una persona, podremos actuar en cascada sobre la felicidad de sus ”conectados” y este efecto es capaz de influir hasta al amigo de nuestro amigo. Como dicen estos autores: la felicidad como la salud es un fenómeno colectivo.

¿Puede ser un país feliz?
 Y ¿qué más colectivo que la felicidad de todo un país? El año pasado Brasil se unió al minoritario grupo de países que incluyen esta palabra en su constitución, junto Japón, Corea del Sur y Bután. Bután, situado entre China e India, es un pequeño reino del Himalaya que fue pionero, ya hace más de 35 años, en anteponer la felicidad al producto interior bruto, creando el índice de la Felicidad Interior Bruta.

El concepto butanés de la felicidad interior bruta se sostiene sobre cuatro pilares, que son las que deben inspirar cada política del Gobierno:
  1. Desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo.
  2. Preservación y promoción de la cultura.
  3. Conservación del medio ambiente.
  4. Buen gobierno.
Para llevarlo a la práctica, se creó en 2008 una estructura institucional al servicio de esta filosofía, con una comisión nacional que cada dos años pregunta a los butaneses sobre su bienestar psicológico, el uso de su tiempo, la vitalidad de la comunidad, la cultura, la salud, la educación, la diversidad medioambiental, el nivel de vida y el gobierno.

Todo esto lo expongo esta semana en la que la multinacional de la “chispa de la vida” a través de una fundación ha organizado, (en tiempo de crisis), el II Congreso Internacional de la Felicidad. Espero que hayan diseminado multitud de ideas para que podamos reflexionar sobre la felicidad por que al fin y al cabo, su consideración hará que la sociedad sea más saludable.

Quizás la felicidad sea realmente el disfrute del camino de su búsqueda, o como cantan Sole Jiménez y Ana Belén: algunos momentos de descuido o tres segundos conquistados al olvido.


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