martes, 29 de abril de 2014

Los parecidos de querer diferenciarse



¿Somos inconformistas por naturaleza? La vida esta llena de búsqueda de contrastes. El que vive en la montaña quiere playa y el que tiene playa busca la nieve. El calvo anhela la melena y el que dispone de ella se rapa la cabeza. El paradigma de los cambios y renuncias del ser propio, para mi lo representó Michael Jackson. Sin comentarios.




La naturaleza y la genética nos ha dotado a cada uno de características peculiares. Estas dan a cada ser la posibilidad de ser único y a la especie de una rica heterogeneidad. La presión estética, la cultura imperante y el rol que se nos otorga en la sociedad hace que no reconozcamos siempre esa singularidad de forma positiva y que muchas personas cambien el concepto "sacar partido" por buscar la uniformidad del estereotipo físico al precio que sea. Y digo precio porque este pago se realiza tanto en dinero (cirugía y maniobra estéticas) como en especie (poniendo en riesgo la salud).


Por supuesto que el cuerpo y la cara de cada quién queda a la voluntad de cada cual pero entre la variabilidad de fisonomías y la estandarización de prototipos faciales me resulta fácil decantarme. Hojeando y ojeando una revista de la llamadas de "cotilleo o del corazón" encuentro increíble que el retoque típico de nariz, pómulos y labios haga de las estrellas del papel couché, productos iguales como si de la acuñación de una moneda se tratara.















Pero más me ha sorprendido descubrir que existen personas que quieren parecer muñecas o muñecos, Barbie o Ken, con todos sus rasgos. ¿Provocación? ¿Esnobismo? ¿Patología? Valeriya Luckyanova, una ucraniana de 28 años, quiere ser la muñeca humana que inventó Mattel y nos regala perlas como que "procede de Venus y que su misión en la Tierra no es otra que ejercer de guía espiritual" o más recientemente, con su decisión de dejar de comer y vivir únicamente del aire y la luz ("respiracionismo"). Ni siquiera las plantas lo logran. De nuevo "sin comentarios".




Pero este tema no es exclusivo de ningún género, a poco que miremos podemos encontrar  este "Popeye humano", fisioculturista, que no duda en inyectarse todo tipo de sustancias para parecerse al "héroe" de las espinacas. O el norteamericano Justin Jedilica que se ha sometido a unas 90 intervenciones para ser el clon humano de Ken, el novio de la Barbie. ¿Por que será que tampoco quiero comentar esto?

Y es que la percepción propia, la mirada que cada uno/una tiene de sí mismo es fundamental para no obsesionarse con los canones o exigencias que parecen de obligado cumplimiento. Por supuesto que es lícito cuidarse y preocuparse del aspecto que ofrecemos pero siempre dentro de los límites de la normalidad. Se ha reservado el termino dismorfia corporal para cuando la percepción de la apariencia física se convierte en una preocupación obsesiva: obsesión por considerar o querer corregir un defecto físico que en realidad no existe.  

Algunos estudios han querido explorar los factores psicosociales predictores en el interés en aplicarse la cirugía estética. En 2010, se realizó una encuesta sobre 1.880 mujeres noruegas, observando que este interés se relaciona positivamente con los síntomas del trastorno dismórfico corporal, la imagen corporal, tener hijos, haber sido objeto de burla, conocer a alguien se ha realizado cirugía estética y la recomienda. Mientras que el acuerdo con la imagen corporal, la educación, la calidad de la relación con los padres se relacionaron negativamente con un interés en la cirugía estética.

Aquello que me gustaría comentar lo extraigo de un reportaje o "experimento" de Dove. En esencia es la diferencia entre cómo nos vemos y cómo nos ven. Para ello utilizaron un artista forense con experiencia en "retratos robot" en el FBI les pide separados por una cortina que se describan y las dibuja. Después estas mujeres se conocieron entre ellas y por el mismo método se les pidió que describieran a otra compañera. Finalmente se cuelgan los retratos juntos y ¿qué pasó?... No te pierdas este video, recomendable para trabajar la percepción subjetiva-objetiva del físico de las personas y estimular el debate sobre cómo nos vemos y cómo nos ven.





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